Desde Marruecos a Irán, el mundo islámico arde. Desde hace días, miles de personas salen a las calles, la mayoría para exigir reformas democráticas, mientras los mandatarios reaccionan con impotencia y, en ocasiones, echando mano a la violencia. A continuación, un panorama sobre la situación. En Egipto, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que gobierna el país cambió al primer ministro, complaciendo al Consejo del Movimiento Democrático que requería una ruptura clara con la era del ex presidente Hosny Mubarak, que dimitió el 11 de febrero.
En Túnez, tras nuevos enfrentamientos, el primer ministro Mohammed Ghannuchi dimitió el domingo, asumiendo las consecuencias de las continuas protestas en su contra que dejaron, al menos, cinco muertos y numerosos heridos. Ghannuchi dirigía el gobierno de transición desde la huida del ex presidente autoritario Zine el Abidine Ben Ali. En Yemen, desde hace más de tres semanas, los manifestantes reclaman la dimisión del presidente Ali Abdullah Salih. En Irán, la cúpula de Teherán reacciona continuamente con una brutal violencia a las protestas de la oposición iraní.
En Marruecos, iniciativas ciudadanas y grupos de jóvenes exigieron en manifestaciones en todo el país reformas democráticas y una limitación del poder del rey Mohammed VI. En Argelia ayer en una manifestación de opositores del Ejecutivo argelino hubo varios heridos. Cientos de personas se congregaron pese a la masiva presencia de la policía para protestar contra el gobierno y las carencias sociales en el país.
En Jordania, miles de personas reclamaron reformas políticas. Protegidos por la policía, los seguidores de la oposición marcharon en la capital Ammán, exigiendo, entre otras cosas, la modificación de la ley electoral. Por otro lado, en Bahréin, tras días de protestas con varios muertos, la Casa Real cedió y retiró el Ejército de las calles. Diputados de la oposición chiíta Wifaq anunciaron su dimisión en protesta contra la actuación violenta del régimen. En Arabia Saudí, una primera convocatoria de jóvenes activistas a una manifestación en apoyo de los rebeldes libaneses en la ciudad portuaria de Yidda pasó casi desapercibida
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